Conviene recordar que las matanzas producidas en Siria diariamente durante los últimos cuatro años, la mayoría de las cuales a manos de leales a Asad, han convulsionado al mundo entero.
Reconocerlo o negarlo quizá carezca de importancia, siendo la única certeza nuestra cínica quietud habiendo tolerando el genocidio que se está cometiendo en Alepo. Un auténtico holocausto del que nadie quiere saber y menos responsabilizarse, cuando en tiempo real y a través de los medios de comunicación hemos escuchado los gritos desesperados de sus ciudadanos, que en muchos casos eran de criaturas de corta edad, inocente niños, a los que los adultos, por una serie de incomprensibles razones les negamos algo tan sagrado como era el derecho a la vida. ¿Se puede ser más canalla?
Me pregunto, al igual que cientos de millones de personas, como es posible que permaneciésemos inmóviles sin hacer absolutamente nada para haber impedido tales asesinatos asesinatos. ¿Quién o quiénes son los descerebrados que ordenaron semejantes atrocidades? ¿Qué derecho les asistía para erigirse en señores de la vida y la muerte de tanto inocente? ¿Por qué no promovieron manifestaciones a nivel mundial una manifestación exigiendo el final de tales masacres?
Cuando de trata de vidas humanas lo que está en juego, poco importa quien tiene la razón o carece de ella, ni quienes so los buenos y quien los perversos. Ocupémonos del aquí y el ahora para terminar con semejante salvajada. Hasta ahora, los organismos discuten, la ONU celebra reuniones del Consejo de Seguridad donde todos censuran, critican y se quejan para quedar en meras declaraciones de intenciones, de donde se deduce que sobran gestos y palabras. Pura y dura hipocresía que nada soluciona. Inconcebible nuestra de manifiesta incapacidad para lograr “Paz para la Humanidad” cuando la cifra de muertes supera cotas terribles.
Con todos los respetos, malditos sean nuestros gobernantes, ejércitos, organismos y estamentos si a la postre resultan incapaces para implantar la necesaria tranquilidad que necesita y demanda la comunidad internacional. Tan crítica situación nos obliga a reflexionar si contamos con los líderes adecuados para solventar las tragedias que estamos padeciendo. En nuestras propias manos y a través de las redes sociales somos testigos reales de las historias de terror y muerte que deberían no solo movernos a la reflexión sino hacer todo lo posible por su total erradicación.
Es cierto que los últimos acontecimientos terroristas, generados cada vez con mayor frecuencia. están desequilibrando y desestabilización de la sociedad. El vacío que padece el ser humano se está tratando de llenar con otros vacíos igualmente ineficaces, que no solo no solucionan el problema sino que lo empobrecen, con lo cual, la imagen que percibimos de nuestro panorama no es precisamente aragüeña... ¡¡Tiempo al tiempo!!
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